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Carne

La ganadería ha sido una actividad fundamental en Mallorca desde tiempos antiguos, desempeñando un papel crucial en la economía y la cultura de la isla. Aunque el sector ha experimentado cambios significativos con el tiempo, adaptándose a las demandas modernas y a las condiciones locales, sigue siendo una parte esencial del paisaje mallorquín y de su identidad rural.

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Historia

La historia de la carne en Mallorca es una historia fascinante que se entrelaza con la evolución de la isla a lo largo de los siglos. Desde la prehistoria, la ganadería ha sido una actividad fundamental en Mallorca, proporcionando carne, leche y otros productos esenciales para la subsistencia de sus habitantes. Los primeros pobladores de la isla criaban cabras, ovejas y cerdos, sentando las bases de una tradición cárnica que se iría enriqueciendo con la llegada de diferentes culturas a lo largo de la historia.

La influencia de romanos, árabes y cristianos trajo consigo nuevas razas de ganado y técnicas de producción, diversificando la oferta de carne y productos derivados. En la Edad Media y Moderna, el cerdo negro mallorquín, raza autóctona de la isla, adquirió gran importancia en la producción de carne y embutidos. Con su carne, apreciada por su sabor y calidad, se elaboraban productos emblemáticos como la sobrasada, el camaiot y el butifarrón.

La carne y los productos cárnicos de Mallorca se convirtieron en importantes mercancías comerciales, exportándose a otras regiones de España y del Mediterráneo, consolidando la reputación de la isla como productora de alimentos de calidad.

En las últimas décadas se ha realizado un esfuerzo por recuperar y fomentar la cría del cerdo negro mallorquín y otros productos cárnicos tradicionales de la isla.

La creación del sello «Carne de Mallorca» ha sido fundamental para garantizar la calidad y el origen de la carne producida en la isla, dando al consumidor la seguridad de que está adquiriendo un producto auténtico y de calidad.

La historia de la carne en Mallorca es un testimonio de la capacidad de adaptación y resistencia de la isla ante los retos. A pesar de los cambios y las dificultades, la tradición cárnica de Mallorca sigue viva, evolucionando y adaptándose a las nuevas demandas y tendencias del mercado, manteniendo su esencia y su apuesta por la calidad y el sabor.

Cerdo negro de Mallorca

El Porc Negre Mallorquín, también conocido como cerdo negro mallorquín, es una raza porcina autóctona de la isla de Mallorca, fruto de siglos de adaptación al clima y a los recursos del Mediterráneo. Esta raza, caracterizada por su pelaje negro, orejas grandes y caídas y estructura corporal robusta, ha sido parte integrante de la cultura y la gastronomía mallorquina durante siglos.

Tradicionalmente, estos cerdos se alimentaban de los recursos naturales de la isla, como bellotas, higos y cereales, lo que contribuía a la excepcional calidad de su carne y grasa. La carne de Porc Negre es apreciada por su intenso sabor, jugosidad y textura, mientras que su grasa, rica en ácidos grasos monoinsaturados, es un ingrediente clave en la elaboración de los embutidos tradicionales mallorquines.

El Porc Negre ha sido fundamental en la elaboración de productos emblemáticos como la sobrasada, el camaiot, el butifarrón y la xua, reconocidos por su sabor y calidad únicos, y que forman parte del patrimonio gastronómico de la isla. Además de los embutidos, la carne de Porc Negre se utiliza en diversos platos típicos mallorquines, como el «frito mallorquín» o el «arròs brut».

A mediados del siglo XX, la raza estaba en peligro de extinción debido a la introducción de razas extranjeras y enfermedades. Sin embargo, gracias a los esfuerzos de criadores y asociaciones, se recuperó la raza y se preservó su patrimonio genético. En 1996, la sobrasada elaborada con carne de Porc Negre Mallorquín obtuvo la Indicación Geográfica Protegida (IGP), que garantiza su origen y calidad.

La cría del Porc Negre y la producción de embutidos y otros productos derivados generan empleo y contribuyen significativamente a la economía local, especialmente en las zonas rurales de Mallorca. Además, la gastronomía local, que incluye embutidos y platos elaborados con carne de Porc Negre, es un atractivo para los turistas que visitan la isla, potenciando el turismo gastronómico.

Cordero mallorquín

El cordero mallorquín es un producto emblemático de la gastronomía de la isla, apreciado por su sabor suave, jugosidad y ternura. Criado en las condiciones únicas del clima mediterráneo y alimentado con pastos autóctonos, este cordero desarrolla unas características organolépticas que lo distinguen de otras variedades. Aunque no existe una raza ovina autóctona de Mallorca, el cordero mallorquín es una raza adaptada al entorno de la isla y reconocida por su rusticidad y capacidad para aprovechar los recursos naturales.

La alimentación a base de leche materna y pastos locales contribuye al sabor y calidad característicos de la carne de cordero mallorquín, tierna, jugosa y de sabor suave y delicado, ligeramente dulce y con notas herbáceas. Aunque no tiene denominación de origen protegida, el cordero mallorquín se identifica por su origen y calidad, siendo un producto muy valorado por los consumidores locales y los turistas.

En la cocina mallorquina, el cordero se utiliza en una gran variedad de platos, desde el tradicional cordero asado, especialmente popular en celebraciones y fiestas, hasta las «frituras de cordero» o el «arròs brut». El cordero mallorquín forma parte de la tradición culinaria de la isla, estando presente en muchos platos típicos y fiestas, y su cría contribuye a la economía local, generando empleo y dinamizando las zonas rurales. Además, la gastronomía local, que incluye platos con cordero mallorquín, es un atractivo para los turistas que visitan la isla, contribuyendo al desarrollo del turismo gastronómico.

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La cabra autóctona de Mallorca, conocida como «Cabra Mallorquina» o «Boc», es una raza caprina que ha encontrado su hogar en la isla desde hace siglos. Esta cabra, aunque no es autóctona de Mallorca, se ha adaptado perfectamente al clima mediterráneo y a la accidentada orografía de la isla, desarrollando unas características únicas que la distinguen de otras razas. Es un animal resistente, ágil, capaz de aprovechar los recursos naturales disponibles, de pelaje corto y denso, cuernos largos y curvados y patas fuertes.

Es frecuente avistar estas cabras cuando se viaja por la Serra de Tramuntana, ya sea por senderos de montaña o incluso desde las carreteras. Su presencia se ha hecho tan habitual que se han convertido en un símbolo de la fauna local, y su silueta recortada contra el paisaje montañoso es una imagen icónica de la isla.

Sin embargo, en las últimas décadas, el abandono de la ganadería tradicional y el descenso de la demanda de productos caprinos han provocado una disminución del control sobre las poblaciones de cabras en Mallorca. Esta falta de control ha permitido que las cabras se reproduzcan sin restricciones, lo que ha provocado un aumento significativo de su población en algunas zonas de la isla.

La superpoblación de cabras ha generado problemas medioambientales, como la sobreexplotación de los recursos naturales, la erosión del suelo y la pérdida de biodiversidad. Además, las cabras pueden causar daños a los cultivos y a la vegetación autóctona, lo que da lugar a conflictos con agricultores y terratenientes.

Para solucionar este problema, se han aplicado medidas de control de la población caprina, como el trampeo y el sacrificio. Sin embargo, estas medidas han sido controvertidas y han generado debate entre los defensores del bienestar animal y los que buscan proteger el medio ambiente y la agricultura.

Caza de cabras con lazo

Esta práctica ancestral, que se remonta a siglos atrás, consistía en capturar cabras salvajes utilizando un lazo lanzado hábilmente por los cazadores. Aunque ahora está prohibida, esta técnica era un medio de subsistencia y de control de la población caprina en la zona montañosa de la isla.

Cazar cabras con lazo requería gran habilidad y conocimiento del terreno. Los cazadores, a menudo pastores locales, se adentraban en la Serra de Tramuntana en busca de cabras salvajes. Una vez localizada una cabra, el cazador se acercaba sigilosamente y lanzaba el lazo con precisión, intentando enredar las patas del animal para inmovilizarlo.

Esta práctica, aunque arriesgada y controvertida, formaba parte de la cultura y la tradición de la Serra de Tramuntana. Los cazadores eran respetados por su habilidad y conocimiento del medio, y la carne de cabra obtenida era una importante fuente de alimento para las comunidades locales.

Con el tiempo, la caza con lazo de cabra se prohibió debido a la preocupación por el bienestar de los animales y la conservación de la especie. Sin embargo, esta anécdota sigue siendo un recordatorio de la relación histórica entre los habitantes de Mallorca y la fauna salvaje de la isla, así como de las prácticas tradicionales que han conformado la cultura y la identidad de la región.

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Porc Negre de Mallorca, una raza única para una experiencia gastronómica excepcional

El Porc Negre Mallorquí, raza autóctona de Mallorca, es fundamental para la elaboración de la famosa sobrasada y platos tradicionales que resaltan su sabor único y su cría en semilibertad.